25 jul 2023

¿AFICIONADO, YO?

Si Perú juega fútbol soy capaz de dormirme en medio del partido y ni siquiera despertarme con los estridentes gritos de gol de quien esté sentado en el sofá soportando cada cabeceada que le doy. No es que no me guste porque también lo he jugado si se entiende como jugar estar 90 minutos debajo de los tres palos; en realidad he sido un buen arquero o golero como se dice, y más que bueno he sido excelente arquero en fulbito. Pero de sentarme a disfrutar sentado en un sofá sin poder darme unas cabeceadas a mi antojo no lo puedo. Cabeceadas me refiero a dar cabezasos y no al otro tipo de cabeceadas como algunos están acostumbrados; no Ustedes por supuesto. Si me preguntan de qué equipo soy hincha lo digo, soy de Alianza Lima, y de todo corazón. Mi "hinchazón" nació de pequeño, por imitación de un primo mayor que yo que lo era, y que se bronqueaba con su hermano que era de la U. Soy aún por terco y por leal, y nunca dejaré de serlo. De los extranjeros digo que soy del Flamengo, no se por qué, pero lo soy. Cuando lo elegí me lamenté hacerlo diferente a mi hijo que lo hizo por Palmeiras que hasta ahora lo es y siempre traté de no ser rival hasta cuando los dos equipos se enfrentaban; lo he hecho tan bien que nunca hemos peleado ni discutido al respecto. He llorado si por solidaridad (no el de Lucho Castañeda) con él cuando el Palmeiras bajaba a segunda división y el pobre parecía que estaba por caerle un meteorito en su cabeza porque su mirada al cielo no bajaba hasta que Palmeiras recuperaba su lugar, y no ha sido una vez, varias. Soy tan aficionado, fíjense Ustedes, que no me molesta cuando de casualidad veo en los noticieros la repetición del gol con el que se ganó el clásico y, justo antes de patear la pelota, se cruza delante del televisor ya saben quién y no le digo nada (si eso me molestase ya hace tiempo viviríamos separados o yo con el televisor en el patio del perro). Si me preguntan de Ronaldo, Ronaldinho, Cueto o el Mago Mark Karián se que son jugadores, de los buenos por supuesto; si aún continúan jugando creo que no o no se en qué equipo. Me jalan en un examen, con cero cero, ceros aseguro. Ya ven, Mark Karián es el entrenador, ¿y no se escribe asi?. Se que el proximo mundial es el 2012, en Brasil; lo se por mi prima Patricia que lo ha posteado, igual supe que este era el primer partido de las eliminatorias, pensaba que era amistoso. Por un momento creí que ya había pasado en el 2010 como lo posteó mi cuñado Lenchi. Si me preguntan en qué mes será NO lo se. Siempre que me he atrevido a opinar de fútbol y alentar a un equipo este pierde (lo hice por Brasil este último mundial y ya ven ¿cuándo fue?, no quiero que ningún amigo brasileño se entere) por esto es que de vez en cuando tengo a propósito este sentimiento de que gane la U. No siempre he sido asi. Por atavismo mi corazón no olvida al DEFENSOR CHULUCANAS, no se si aún existirá, el de hace como 45 años (¡Guarda, cuánto tiempo!); por ese equipo si daba mi vida. Había jugadores que eran mis ídolos, uno de ellos era el arquero, buenazo, quería ser como él. Había un delantero que era mi amigo o solamente me conocía de nombre, era un moreno apellidado Nima. Trataba siempre de escaparme al estadio, no siempre entraba aunque siempre estaba atento a los resultados. Un poco más grande fui a vivir a Talara en donde por pasaporte de entrada tuve que hacerme aficionado del Atlético Torino. Tenía que alinearme con mis patas del colegio (GUE Ignacio Merino) si no lo hacía me apanaban. Un dia... jugaba el Atlético Torino contra el Defensor Chulucanas en el Campeonísimo. No se si aún la cancha de este estadio es de tierra o ya tiene gras o tartán. En ese tiempo habían unos terrones que parecía la playa de La Punta, mis rodillas son testigos, yo he jugado (tapado alli). Ese dia cuando estuve adentro del estadio mi primera duda fue dónde ubicarme, en la barra de los 1000 ó más talareños asistentes o en la barra de los 4 gatos chulucaneños que habían acompañado al equipo. Cometí mi primer error futbolístico, o mejor dicho de aficionado monse ya que me ubiqué en el medio de las dos. El partido se desarolaba bonito y ambos lados gritando a pleno pulmón cada uno por su equipo, menos yo que a veces lo hacía por Talara y mis casi paisanos me miraban como los Incas a Filipillo, y otras a favor de Chulucanas y mis amigos talareños querían desterrarme. Fue justo cuando el negro Nima hizo una de las buenas jugadas que sabía hacer y por eso le dieron un patadón que lo tiró al suelo, luego se levantó y demostró que más que futbolista era boxeador y le aplicó un golpe al del Torino que casi lo noqueó y en las tribunas se armó un bolondrón. Los jugadores del Defensor Ch (Ch nomás porque mucho demoro en escribir Chulucanas) tuvieron que juntarse en el centro de la cancha para que las piedras no les llegasen, el estadio estaba lleno de ellas ( ya tenía reja divisoria, ¿se llama asi? para que no entren los "hinchas" a la cancha). Y yo pagué el pato; YO, SI, REPITO, YYOOOOO que estaba en medio de las dos barras pagué el pato. Por un lado mis casi paisanos con Ch me apedreaban por TRAIDOR y los talareños por MALAGRADECIDO. Salí corriendo, más rápido que el árbrito y los jueces de línea. Habían unos cuantos policías, felizmente foraneos, imparciales que me prestaron ayuda. Pasó el tiempo y volví a ir a un estadio, el de Cuenca en Ecuador; los 20 minutos finales cuando abrían las puertas y los indigentes y universitarios entrabamos gratis. Y lo hice por monería (¡Ups, perdón!), monería no, lo hice porque jugaba Barcelona de Guayaquil contra el Deportivo Cuenca; y en el Barcelona jugaba Ephanor, un brasileño que pateaba penales como nunca nadie los ha pateado. Hacía un ademán como que se detenía y le soplaba siempre al lado contrario porque en ese lapso de tiempo el arquero ya se había lanzado. Y PARA SUERTE MIA hubo un penal, lo pateó Ephanor. Muchachos aficionados: ¡¡vi a Ephanor patear un penal y NO metió gol!!! La primera vez que Ephanor perdió un gol de penal y tuve que haber ido yo suertudo. Al estadio nunnca más, van 35 años. Algún dia iré; quizás cuando mi patrona me saque el televisor al patio del perro. (ESCRITO EL 2012)

10 jul 2023

LA MOSCA DE PAPÁ KIKO

Siempre recuerdo y con un inmenso cariño y amor a quien fue mi abuelo Juan Francisco Ruesta Mastallier, Don Pancho Ruesta como era conocido por la gente y amigos y Papá Kiko como le llamábamos todos los nietos en casa. Papá Kiko era un hombre alto, calvo y barrigón. Me gustaba mucho apretarle la barriga y hundirle una hernia estrangulada que tenía en su ombligo y tratar de borrarle una cicatriz que subía por el centro de su barriga hasta la punta del esternón de una cirugía al estómago que una vez le realizaron, ah... y agarrarle un lobanillo que tenía en el pecho a la altura del corazón. Me decía que era una bala que le habían disparado no se en cuál guerra. Mentira porque nunca a ninguna guerra fue y más aun no era capaz de matar ni a una mosca y de eso justamente voy a contar lo que escuché siendo niño y que ha quedado grabado, además de muchas anécdotas que están en mi mente pero que no las recuerdo, como una película cómica que aflora en momentos menos pensados que me ayudan a distraer la gravedad de las circunstancias que me toca vivir como a todo el común de los mortales, como en este momento; dicho sea de paso santo remedio. Cuando papá Kiko viajaba de Chulucanas a Piura en aquellos tiempos que era más demorado que los gringos cuando llegaron a la Luna, nosotros, digo nosotros refiriendonos al montón de nietos que alegrábamos su vida, alegrábamos porque recuerdo que él disfrutaba de cada uno, de algunos más que de otros, me atrevo a decir que yo estaba entre los primeros, o así lo sentía yo (¡qué sentía; aún lo siento!), decía nosotros a más de la pena que nos daba que se alejaba a veces para regresar el mismo día ya de tarde, a más de la pena decía era la alegría porque de todas maneras alguna cosa de regalo iba a traer, sobre todo revistas esas de cuadritos y de dibujos animados como Pato Donald, Mickey, y al verlo llegar ya de tarde de bajada por el pasaje que hasta ahora está al lado de la Catedral de entrada hacia la calle Lima, al frente de la botica de don Ofo Orozco, cuando la calle aún era de tierra y no tenía pista, decía, nos avalanzábamos en veloz carrera a sus brazos y a ver qué nos tocaba a cada uno. Contaba que cierta vez se embarcó en un automovil colectivo, esos de 5 pasajeros, y justo cuando el carro arrancaba subió una mosca de esas que después de hacer piruetas y maromas en el aire con tremenda puntería se paran en la punta de tu nariz, y él primero con la mano la espantaba. La mosca continuaba con su número artístico y terminaba parándose en la punta de su nariz siempre en el punto exacto (¿a quién no le ha pasado? por lo menos en Chulucanas las moscas son asi) sin temer ni a los periodicasos que le lanzaba de cuando en cuando. Así pasó todo el viaje hasta llegar a Piura donde en el paradero él se fue por un lado y la mosca desapareció. Ya de tarde luego de hacer todas sus gestiones motivo del viaje y de comprar también los regalos para sus dos docenas de nietos que lo esperábamos subió al carro colectivo y, al momento de arrancar, nuevamente la mosca haciendo piruetas entró por la ventana del carro y fue a parar en la punta de su nariz. "La facinerosa, decía, se apuró para llegar a tiempo y retornar juntos de vuelta a Chulucanas, no la pude matar a pesar de los paquetasos y manasos que le daba cada vez que me despertaba de las cabeceadas cuando podía dar". A propósito de moscas recuerdo la tremenda enseñanza que él siempre recitaba: "A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron, que por golosas murieron presas de patas en él"

5 jul 2023

API BELDI YUYU (CUANDO CUMPLÍ 60)

A veces, o casi siempre, o siempre, estamos pidiendo a Dios, seamos honestos, aunque no creamos en su existencia, en son de caprichoso y aburrido reclamo más y más de lo que tenemos sin importarnos y sin darnos cuenta que la mínima parte de lo que nos rodea es suficiente para hacer feliz a un ayaymama. ¿Cómo no estar agradecido a ÉL mirando y sintiendo a mi lado a una hermosa e incansable esposa que me soporta casi 30 años y que es la artífice de mis más que logros levantadas de caídas a quien debo no se cuántas "gracias Mena"; cómo no estar agradecido a Dios por mi hijo Renato y por mi hija Claudia quienes aún demuestran que me aman soportando mi falta de cariño que a pesar que yo creo que es el suficiente no lo es para compensar y siquiera igualar al que ellos me tienen; cómo no estar agradecido por mi Padre que a sus 87 años y acompañado de su inseparable Pilar, aún se dan el gasto de hacer un viaje tan largo sólo para venir a visitarme y saludarme en esta fecha onomástica; cómo no estar agradecido a Dios por mi madre que por su bendita Gracia me ha dado dos; cómo no estar agradecido con mis hermanos a quienes siempre les faltará espacio para acomodar en sus cuartos a mis amados, hermosos, bulliciosos y pegajosos sobrinos que así es como me gustan; cómo no estar agradecido por mis cuñados que por obra milagrosa se mezclan nuestras sangres; cómo no agradecer a Dios por mi familia con quienes compartimos nuestras carnes; cómo no agradecer a Dios por mis amigos y más que todo por darles el coraje a ellos, Ustedes, de continuar considerándome como tal a pesar de cómo soy y cómo no les retribuyo a su amistad; cómo no agradecer a Dios por los años pasados, por los lugares recorridos, suelos ajenos amados, almohadas empapadas de sudor y llantos, pechos y hombros mojados de risas y cantos de amigos y amigas que el tiempo y memoria han querido borrar que aún conservan su existencia en lo más profundo del recuerdo y agradecimiento a quienes tendieron su mano amiga para servirme muchísimas veces o casi o todas la veces en bandeja de plata lo todo que ellos podían ofrecer que son deudas no pagadas que aún tengo y que permiten a mi conciencia estrellar un pastelazo en mi cara con un "paga la cuenta sinvergüenza y anda sirve y da y retribuye cuando otros necesiten"; cómo no agradecer por los desiertos recorridos y vividos, por los Andes y serranías que me dieron educación, suspiros y reposo, por las selvas y florestas llenas de vida y sonidos inimaginables que llenaron y aún llenan mi olla día a día; cómo no agradecer a Dios por mi trabajo, con el poder aún mover mis adoloridos dedos para aliviar otros dolores, estar agradecido por muchos y perdonado por otros por mi mal genio y mal carácter o por una que otra alveolitis inoportuna de vez en cuando que con otro pastelazo en la cara me hace ver que nadie es perfecto y que me hace asegurar como náufrago que se ahoga otra vez, de nuevo, de la Mano del Creador. Hace poco leí de mi amigo Nardo Aquiles Iñiguez al cumplir 60 añujes, que había llegado al 6to piso de un edificio. Ahora lo mismo digo yo, he llegado al 6to piso de este gran edificio que no sabemos cuántos tiene y menos aún cuántos nos será permitido subir, por la escalera, a un mismo ritmo de tiempo, con diferente resistencia de nuestros cuerpos, al inicio corriendo y queriendo llegar lo más rápido lo más alto posible y que ahora mirando por el borde prefiero continuarlo más despacio. Este edificio alto que al inicio nos parece tan alto que ni siquiera pensamos en su azotea no tiene ascensor, cada quien lo sube como puede, los escalones ya subidos los quieres bajar y no te es permitido, por más que te esfuerces no puedes. Te es permitido sólo mirar, ya no tocar, de algunos pisos aún percibes su aroma, de otros aún oyes el eco de tus sollozos y aún lees el pentagrama de tus risas. Los escalones que aún faltan sabes que pueden estar ahí, pero sólo ves la punta de tu pie, a veces descalzo, otras de tu zapato, lista para pisar y tienes que hacerlo, pisar y pisar porque no te es permitido parar ni descansar. A veces pienso que este edificio no tiene azotea hasta pararme frente al espejo de mi inocencia y ver que soy humano, que yo soy débil, y aspirando profundamente anhelar que sí, que este edificio tiene una azotea grande y espaciosa donde llegaremos algún día donde otros ya han llegado y que ahí nos encontraremos para todos reunirnos; y más aun ahí en el centro con una sonrisa enorme y con sus manos afectuosas extendidas para un abrazo, esperando, el Dueño del edificio. Hoy, mejor dicho desde el 2 hasta hoy (otra historia larga que contar) he llegado al piso 6 de este edificio. Sexto piso, aún miro y veo hacia abajo, aspiro sus aromas, oigo mis sollozos, leo y escucho el pentagrama de mis risas, aunque quiero no puedo bajar, no me es permitido, miro la punta de mi ahora calzado, y aún veo y siento el borde del escalón que sigue y, necio, quiero parar a descansar y no puedo, y sigo pisando y subiendo...