7 ago 2022

LAS SANTIGUAIS

Cuando ya era adulto, me encontré en Piura con un hombre que después de pocos minutos de conversación recordé que habíamos estudiado juntos en el Colegio Don Bosco, en Castilla, el primer año de secundaria. Yo lo recordaba, pero él a mi no. Así que se me ocurrió contarle lo siguiente: Como todo salesiano sabe las misas eran casi todos los días, además de los ensayos del coro de la iglesia y las lecturas perfectas sin saltarse puntos ni comas de las Sagradas Escrituras para la ceremonia dominical. Todo esto era desarrollado en la capilla del colegio que estaba ubicada al fondo cerca del campo deportivo. En cierta ocasión apareció colgado de la parte más alta de la puerta de entrada de la capilla un panal enorme de santiguais, temidas avispas, conocidas por su agresividad y poderoso veneno. Al término de cada servicio en la capilla algunos de los muchachos siempre nos demorábamos a propósito en retirarnos para, sin ningún control, arrojarles piedras a ver si el panal caía, lo hacíamos con mucho miedo y preparados para salir corriendo en caso eso sucediese. Un día no recuerdo por qué motivo yo, el piña, demoré en salir y lo hice cuando las piedras de los muchachos ya habían surtido efecto y el panal cayó a mis pies justo cuando yo estaba atravesando la puerta de salida. Las santiguais se alborotaron y quedé dentro de una nube negra que giraba como un remolino a mi alrededor; yo salí corriendo con las avispas pegadas en mi cabeza y espalda y toda la muchachada más atrás, incluido el Padre López, a punta de cuadernasos y manasos a ver si de alguna me salvaban. Creo que batí el récord de los 400 metros planos en toda la cancha de fútbol hasta que vino la calma. Ahí fue cuando este hombre me dice "Saldaña, el de las avispas, Claro que recuerdo, cómo me voy a olvidar" y, claro, nos dimos un fuerte abrazo. Tuve picaduras muy dolorosas en toda mi espalda y cabeza, pero una en el cuello fue la que más me afectó, pasé con mucha fiebre y dolor durante la noche y me perdí la misa del día siguiente porque no pude asistir al colegio ya que no podía mover mi cabeza ni para la derecha, ni izquierda ni para adelante ni atrás por causa del dolor, y así estuve varios días. Si tú, el que ahora lees, que ya peinas canas o tienes poco o nada que peinarte y estudiaste en el Don Bosco de Piura, primero B, el año 1969 y crees recordar algo, no lo dudes, ese soy yo. Un abrazo.