29 feb 2008

EL FURÚNCULO

"MIENTRAS TÚ DUERMES TRANQUILO
SIEMPRE PELIGRA TU POSTIGO"

El oficial de un puesto fronterizo bastante alejado, de esos donde uno se saca la mugre y pocos lo reconocen, casi todos los días insistía por la radio pidiendo su relevo. Estaba desesperado, hacía casi un año ya y parecía como que se habían olvidado de él, no dejaba de llamar hasta que, por fin, decidieron atenderlo. Gente va, gente viene, lo trajeron al puesto de comando. Al día siguiente el recién llegado no asistió a la formación matutina, estaba enfermo. El médico pasó un informe del estado de salud del oficial. En la siguiente órden del día se leyó a voz en cuello: “Descanso médico por diez días al Oficial Fulano de Tal”. Diagnóstico: “Furunculosis ínter glútea”.
(El furúnculo consiste en una acumulación importante de pus localizada en un folículo capilar (raiz del pelo). Inter=entre; glútea=pompis- quiere decir que también puede salir alli donde tú sabes. Suele ir acompañado de picor, hinchazón local y dolor; casi siempre es producida por una infección bacteriana; ¡huácala!)
No echamos a reír porque la formación es muy seria y se respeta al superior que está al frente; pero por dentro nos matábamos de risa y más aún después, en los comentarios entre los pinches, al imaginarlo cada uno de manera diferente echado en la cama de su cuarto, de piernas abiertas, tomando fotos al techo y con el ordenanza aireándolo con un abanico de hojas de aguaje en espera de su pronta recuperación.
El enfermero medio que cambió de profesión a cocinero llevando todos los días al cuarto del oficial un cargamento de coles verdes cortaditas en juliana y exprimidas con limón y un poquito de sal seguro para cataplasmas, que dicen ser muy buenas. Las vacas no alcanzaban para dar su leche que con panes remojados y dormidos de varios días -difíciles de encontrar- se le aplicaban cada ocho horas para hacerlo madurar. Las gallinas quisieron huelga, y al final la hicieron, por exceso de producción de huevos que los usaban hechos puré; higos de la receta del médico, si existían, se los hubiesen hechado, machacados. Un curandero de los que abundan por allí recomendó pasarle hortiga; la primera vez que lo hizo, y la última, el oficial se arrepintió y no lo repitió. El Mayor le mandó recetar la cara interna de la cáscara de plátano, y el plátano, ordenó; pero el enfermo no lo aceptó. Ni con corte marcial dijo.
Estábamos picones porque eran diez días de vacaciones mientras que nosotros teníamos que madrugar, formar, trabajar y la infaltable gimnasia de las cuatro de la tarde que “felizmente” y diariamente la cerrábamos con un buen partido de fútbol en cancha de tierra o de barro cuando llovía. En pocos días el oficial creó por costumbre estar al lado de la cancha justo a la hora de la gimnasia y del partido de fútbol; caminaba de piernas abiertas y con mucha dificultad mientras comía galletas de sal o de chocolate con una recontra y super burbujeante gaseosa y, encima, sacando cachita a todos los que podía: “¡Corre, corre …estás muy gordo!” o “Falta mote, falta mote…” o "¡Veinte ranas más!" y nosotros, con la lengua afuera. Al quinto día de su descanso estaba viéndonos jugar (después de las cachitas) y la bola salió de la cancha justo por delante de él. Echó a correr tras la redonda unos metros tipo recoge bolas, la detuvo con el pié, la levantó con maestría, dio unas cuantas pataditas, hasta de taquito, y con una formidable media chalaca (Creada en El Callao - PERÚ) la pateó hasta el arco donde el arquero no pudo atajarla porque fue un tiro excelente y porque se había quedado inmóvil de boca abierta al igual que todos nosotros al verlo tan agilito.
¡Qué golazo!
Quien hizo otro gol más bonito fue el Mayor, nuestro superior; desconoció el descanso médico y al día siguiente el susodicho estaba alineado con nosotros en las actividades de costumbre. Y para que los pinches no nos alegremos, el horario de gimnasia fue ampliado una hora más por diez días, gracias al furúnculo del oficial. Él jugaba de arquero, seguro que para disimular; o a lo mejor de verdad le dolía.
¡Cómo marca en nuestra vida un simple chupo en el poto!






...roti y ...reto
Cuando le di la noticia de la muerte de Luciano Pavaroti me respondió:
¿Quién, el gordo? Si
¿El gordo que canta? Si, el cantante
¿El cómico que cantó en el programa Mediodía Criollo de TVPerú? ¿Quiéééén?
El que hace chistes con Miguelito Barraza ¡Noo, ese es Casareto, el gordo Casareto! Te digo Pavaroti, Luciano Pavaroti!!!!!

1 comentario:

LALO ANTAY dijo...

Mario, sí tines razón. A veces nos quedamos en el 'desearía'. Pero cuando empiezas a escribir es como si un fantasma te soplara al oído: "Qué esperas, avanza, termina"... y la verdad, a veces, pienso no haberla empezado.

¿Serán gajes del oficio?

Saludos.

Eduardo Antay